miércoles, 16 de enero de 2013

Sara

Sara llegó a casa hacía ya una semana, llevaba una maleta muy pesada con toda su ropa, un abrigo caluroso y un par de bolsas, sin embargo llegó casí sin darse cuenta de lo que hacía como si el tiempo se hubiese detenido o ella no hubiera sido consciente de todo ello.  

Ya había pasado una semana desde el día en que volvió y no había salido de su encierro desde entonces, recluida y sola se alimentaba con las pocas cosas que había traido.  

Se sentía sola, mísera, como una muñeca de trapo hecha para una niña caprichosa, abandonada sin más al pasar un tiempo.

Sara, había acabado el bachiller un año atrás, desde siempre había estudiado. Realmente sólo había estudiado, tenía 19 años y sin embargo no había vivido. Su madre siempre había soñado con que fuera a la universidad, pero ahora que esta en ella se daba cuenta que al querer complacerla, había cumplido el sueño de su madre, quien no había tenido la oportunidad, pero... Ese no era su sueño, ella no tenía ninguno. Se sentía vacía por dentro, por más que rebuscaba, estaba tan acostumbrada a hacer lo que los demás le exigian que todas las cosas que podía soñar con hacer no eran más que los sueños de otros. Se sentía como un títere abandonado a su suerte, pues ahora que ya no tenía quien manejara las cuerdas, le habían arrebatado lo más importante: sus metas.No tenía ninguna, no sabía que hacer, no sabía adonde dirigirse. Lo único que tenía eran meras fantasías e ilusiones de mundos diferentes donde las cosas no serían como en este. Mundos donde ella no estaría sujeta a lo que se esperara que hiciera para ser querida dentro de su propia familia, donde se sintiera parte de algo, donde... Donde ella tuviera un proposito en la vida, donde sirviera para algo. Donde el autodesprecio y el hastío por el mundo desaparecieran, donde ella pudiera cumplir cada fantasía, cada sueño que tenía sin temor, simplemente siendo ella.

Sara se refugiaba en las relaciones, como si eso fuera a ayudarla. Probablemente pedía demasiado a los demás. Pero... ¡Tenía derecho!,no? Es decir, ella realmente intentaba hacer feliz a todo el mundo, era la piedra base de su familia, todos recurrian a ella; en las relaciones pasaba algo parecido. Ella era fiel, cariñosa y se entregaba a los demás sin un ápice de falsedad. Ella simplemente se comportaba como era ella, aceptaba los defectos de sus parejas sin quejas de alguna clase. Si no quieres no te quieren; si quieres, debes aprender a aceptar. Ese era su mantra, pero a base de palos todo se aprende, y ella aprendió que a los demás les importa un comino como fuera, simplemente cuando se cansaban de estar solos, se unen a alguien, salen con alguien, simplemente por la relación hay que hacer esfuerzos, hay que cambiar tal y cual... Las personas ya no buscan alguién con quien ser feliz, si hay amor el resto se arreglará solo. No!, ellos simplemente buscan alguien con quien estar, una amiga con la que divertirse y tener sexo, pero a la hora de la verdad no hay diferencia alguna, en este mismo instante entre ser follamigos o novios. Es decir, realmente los follamigos son amigos, de vez en cuando salen o ven una peli y se acuestan juntos, los novios son exactamente lo mismo pero has de verlo a diario. La gente ya no espera encontrar el amor, se conforman con lo primero que encuentran y lo cambian. Sin embargo, Sara era una idealista, ella pensaba que las cosas eran más que eso, más que esa simple frialdad. No hay que trabajar duro en una relación para enamorar a alguién, simplemente te enamoras. No hay que cambiar tu forma de vestir, peinarte e incluso su forma de ser; solo porque la pareja con la que estás le gusten las mujeres con el pelo liso, que vistan trajes apretados y que no discutan nada. Sara, no entendía como era posible que todos los hombres con los que se juntaba acabaran haciendola pasar por lo mismo. No entendía como era posible que simplemente encontrara a alguien a quien le gustara su personalidad. Ella era un poco agresiva en la cama, aunque esa es una palabra muy fuerte para explicarlo. Simplemente a ella, le gustaba morder. Ella era una mujer con caracter fuerte, pero tímida. Ella era bravucona, peleona, que adoraba una buena discusión, acalorada, era toda una tigresa. Sin embargo tambien era tímida, sincera, cariñosa, que se ofendía por las injusticias, que ante cualquiera defendía una buena acción, que no se acobardaba; una persona que cuidaba a los demás y se moría de rabia cada vez que no podía salvar a alguien de su desgracia. Era una persona que se ponía en el lado de los demás, y no entendía como nadie se ponía en el suyo. Como era posible que nunca le hubiera importado a nadie lo suficiente en este mundo, como para que se hubiera preocupado por intentar hacerla feliz.

El ser humano es muy egoísta y solo ve sus faltas, Sara estaba harta de soportar las faltas de los demás cuando esas mismas personas, esas mismas! le exigian algo a cambio de estar con ella. Ella era incondicional, pero todos le ponían condiciones.

Sara llevaba una semana entera sumida en las dudas, en la tristeza de su alma. En la frialdad de su cuartucho, muy pequeño pero lleno de trastos. Lamiendose unas heridas que había acumulado durante 19 años, una tras otra. Pero, nunca jamás las ha mostrado, se esconde a su refujio cuando la hieren pero luego sale al mundo intentando contentar a todos, ocultandolas.

No solo eso, Sara no encontraba pasión en nada, llevaba meses muerta, por así decirlo. Su familia había hecho todo lo posible por hecharla de casa, en el mismo momento en el que entró en la universidad, no intencionadamente, ellos la querían, pero si de manera indirecta, y ahora, ella no se sentia más que una extraña dentro de su propia familia. Su carrera, también era algo preocupante. Ella había escogido en un principio hacer ciencias, cuando fue evidente que la química era muy complicada y ella no era buena, penso Francés! Sara era muy buena en el Francés, además rebuscando entre carreras encontró una que le podía hacer feliz. Tenía salida hacia la escritura, y ella adoraba leer. Tambien había escrito. Sin embargo, meses más tarde, solo sentía aburrimiento, asco, no le llamaba la atención para nada. Era una automata que a veces iba a clase, se relacionaba con sus compañeros pero que no sentía nada.

Y ahora, cuando sus examenes estaban cerca, ella era un completo lío. Era incapaz de estudiar, nada. No tenía concentración, no le atraía lo que hacía y simplemente no sentía nada.

Realmente, me daba lástima Sara, ella era muy joven y había perdido las ganas de vivir. No entendía como ni porque. Sin embargo ella solo auguraba que el destino no podía hacerle eso, que ella no podía no tener algo por lo que vivir. Simplemente ese algo, aún no había aparecido. Algunos, incluso puede que a veces hasta ella misma, pensaban que enloquecía, que no era normal en alguién sano. Soñar despierta, tener la esperanza de que algún día alguién la reclamara, que viviría aventuras y jamás volvería a tener una vida aburrida, que encontraría a su otra mitad; alguien que se complementara a ella, que la quisiera y que la hiciera feliz tanto como ella se esforzaba por hacer feliz a los demás. Que le ayudara a compartir su carga. No es el hecho de querer encontrar el amor lo que hacía que muchos no la trataran con seriedad, era el simple hecho de que ahora que no tenía sentido su vida, se aferraba a ello con uñas y dientes. Era incapaz de emprender su vida, esforzarse al máximo para hacer todo lo que quisiera hacer, simplemente porque no tenía algo soñado. Esperaba sentada, mirando por la ventana esperando encontrar alguien que le devolviera las ganas de vivir y soñar porque ella sola no podía encontrarlas.

Y poco a poco la luz de su interior, es que es nuestra esperanza, nuetro todo, había desaparecido. Había acabado sin aguantar a su familia, y ellos no la aguantaban; no era feliz, no sentía nada por lo que hacía y se aburria constantemente de todo. No salía, no tenía amigos, estaba completamente sola y en el momento en el que ella abrió los ojos y se dió cuenta de lo que le pasaba. Que tenía que encontrar quien era, que no podía vivir un día tras otro, simplemente porque sí, pasando por la vida sin vivirla. Tenía que encontrar la manera de saber quien era y porque estaba donde estaba. Cual era su sueño.

Sin embargo, no es fácil. Una persona a la que en su propia casa no se le ha permitido pensar, una persona que desde pequeña habían pensado por ella ahora que podía pensar ella sola, no sabía hacerlo. Que quería de la vida, que deseaba vivir, ¡No lo sabía! Simplemente por el mero de hecho que desde pequeña la había programado para pensar una sola cosa, llegar a la universidad, sacarse una carrera, triunfar y que cuando mis padres hablaran de mi, pudieran hacerlo con orgullo. El orgullo deja poco espacio para la felicidad y aunque Sara siempre había sido una persona muy obtimista e idealista, prefería darse la vuelta, coger un libro y dejar de vivir. Es más fácil leer lo que otros viven que escribir lo que quieres vivir. Y Sara escogio lo más fácil, ignorar. Ignoró al mundo, con sus complicaciones, simplemente perdió consciencia sobre él, y leyó un libro tras otro, parando solo para comer cuando tenía hambre y dormir cuando tenía sueño. Sara estaba decepcionada con la vida, pero sobretodo consigo misma, había perdido la esperanza, y cuando eso se pierde no nos queda nada. Así que se escondía de todo, esperando que de esta manera, el mundo se olvidara de ella.

Ahora, Sara está sola, pero no es feliz. Nadie es feliz, cuando está impotente soñando que podría estar viviendo pero sin poder encontrar la alegría a la vida. Soñando tener exito en si misma cuando no disfruta de nada. Por que es muy fácil soñar, pero... Como encontrar algo que no sabes si alguna vez has tenido? Como saber que hacer, cuando ni siquiera sabes quien eres? Como ser feliz cuando estas completamente solo.

Sara se hace estas preguntas muy a menudo, pero yo no se contestarselas. Yo miro desde un rincón a Sara, la veo apagandose poco a poco, sin saber que hacer, sin poder ayudarla pero de igual manera se que voy perdiendola poco a poco. El día en que Sara desaparezca, ese día mi corazón se romperá. Pero que puede hacer una amiga, una amiga que ella ni siquiera considera como tal, que puedo hacer yo para ayudar a Sara?

Ojalá lo supiera, ojala se acabara. Ver a alguién marchitarse poco a poco ante tus ojos, sin poder evitarlo; es como ver llorar a alguién que jamás a llorado, es aterrador. Y entonces me siento a pensar, como encontrar algo que merezca la pena, en un mundo en que todo está tan mal, este es un mundo frio y cruel, como encontrar pues algo a lo que aferrarse. Más aun, si no puedes contar con una família y estas completamente sola. A veces, Sara me exaspera, me gustaría pegarle un grito y a ritmo de silvato cambiarla, otras me da rabia, otras... otras simplemente me da pena.